Aunque se tarda un poco en formar un hábito, una vez instaurado, será tan natural como cepillarse los dientes o tomar el café o té de la mañana. Tus manos hacen mucho por ti, y una rutina de manos es tan importante como cualquier otro tratamiento de cuidado de la piel.
Asegúrate siempre de aplicar la crema hidratante después de lavarte las manos para reponer la pérdida de aceites. Mantén un tubo en tu escritorio, junto al fregadero, en el bolso y junto a la cama para que no te olvides de aplicarla con frecuencia. En cuanto a los pies, recuerda que también necesitan exfoliación. Prueba una piedra pómez o un exfoliante para eliminar las pieles muertas y ásperas y, a continuación, mima esas plantas trabajadoras con hidratación cada noche o después de la ducha.